La primera
fue el 15 de agosto y consistió en la habitual ya Travesia de Natación de
Roses. No tiene demasiada historia. Un tramo en el mar que, según la
organización, debería consistir en unos 1500 metros que, finalmente, acaban
siendo unos cuantos cientos más.
No tengo mucho más que explicar excepto que el nivel es muy alto, y en esta ocasión me lo
tomé como una prueba de contacto con dicha distancia e intentando anticipar las
sensaciones con las que me iba a encontrar pocas semanas después en el Triatló
Olímpic de Catalunya que se iba a celebrar en Banyoles. Sensación de nado lento
y ahogado casi desde el inicio pese a intentar mantener mi poco nivel de
técnica, con un tiempo y posición final discreto, por la mitad de mi Grupo de
Edad.
Pero un par
de semanas después, el 1 de septiembre, ya me encontraba en la salida del
Triatló que da título a esta entrada. A la habitual desgana, nervios y
pensamientos negativos con los que convivo en los momentos previos al inicio de
este tipo de pruebas, en esta ocasión (y supongo que en las futuras que pueda
haber...) se añadía el temor sobre si la rodilla me aguantaría la distancia de
la carrera. Solo una semana antes había corrido esta distancia en modo de
prueba, aunque las sensaciones habían sido bastante buenas.
Dos minutos
más tarde que los federados,empezamos la prueba de natación desde el agua en el
lago de Banyoles y las sensaciones iniciales no fueron buenas. Supongo que
entre mi bajo nivel de nado, el no llevar neopreno y que es agua dulce donde
la flotabilidad es poca, me costó encontrar mi ritmo y en un par de ocasiones
estuve tentado muy seriamente de abandonar. Pero poco a poco fuí desechando
esta idea de mi cabeza y me centré en ir superando boyas al ritmo más alto
posible pero soportable. El tramo final se me hizo algo complicado porqué un
participante decidió mantenerse a mi estela y continuamente me tocaba los piés,
lo que además de incomodidad, provocaba que se me hundieran. Pero pude
solucionarlo desviando algo mi trayectoria.
Transición a
la bici relativamente rápida y sin sorpresas, y desde el primer kilómetro me autoimpuse
un ritmo altísimo, y se nota que es donde rindo mejor. Este segmento consta de
dos vueltas a un circuito bastante variado con tramos llanos, subidas y bajadas
en una zona donde habitualmente voy a entrenar unas cuantas veces al año y que
conozco bastante. Desde el inicio no paré de adelantar triatletas y estuve
continuamente saltando en solitario de grupo en grupo sin que nadie pudiera
aguantarme la rueda. Muy motivado empecé la segunda vuelta algo más conservador
y buscando ruedas para recuperar fuerzas y guardar energías para el tramo de
carrera. Pero, aún y así, igualmente continuaba superando rivales hasta el
tramo final en que pasé a formar parte de un grupo donde aproveché para tomarme cierto
respiro y recuperación.
Segunda
transición algo más lenta de lo esperado por algun problema con los calcetines
y ya me encuentro iniciando la carrera a pié al límite desde el inicio y
regulando en lo posible para, sinceramente, no reventar. Acabo la primera de
las dos vueltas que se realizan en el tramo de carrera prácticamente llano y
viendo de reojo ritmos en mi reloj por debajo de los 4:40 min/km. La segunda
vuelta, intenté mantener el mismo ritmo pero la fatiga muscular empezó a hacer
acto de presencia notando como la frecuencia de pasos disminuía y tendía
a aumentar la longitud de la zancada. Consciente de esto e intentando ponerle
remedio, llegué a la zona de boxes donde se encontraba la ansiada meta que
traspasé y conseguí completar mi primer triatlón olímpico después de 5 años del
último en unas fantásticas 2 horas y algo más de 21 minutos. Sencillamente, muy
feliz.
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