Llegamos con Marta y Aleix a la ciudad el día anterior, sábado, con el tiempo justo de dejar las cosas en el hotel, formalizar la inscripción para la prueba y recoger dorsales antes de asistir al brieffing previo. Después tuvimos tiempo para dar una vuelta por la zona Expo habilitada, disfrutar del ambiente previo e intentar calmar los nervios. Carrerita de unos 20 minutos antes de comer alrededor de nuestro hotel para estirar las piernas y comprobar que todo continuaba en su sitio.
Por
la tarde, pronto y con tiempo de sobras, nos dirigimos hacia Landa
para pasar el checking de la bici y el casco y dejar el material en
la T-1. Una vez ya estaba todo preparado se me ocurrió mirar los
neumáticos y... ¡sorpresa!, el trasero tenía un pequeño corte
pero bastante profundo que dejaba ver la malla interior e, incluso,
ya se empezaba a deformar.
Por
suerte, en la misma zona se había habilitado un taller de
reparaciones con una carpa para casos de urgencia como el mío...
Volver a sacar la bicicleta, cambiar la cubierta y volver a dejarla
en boxes. No parece una situación complicada, y realmente no lo es,
pero con los nervios acumulados e “in crescendo” desde bastantes
días atrás, cualquier imprevisto agobia.
Después,
lavado del neopreno para evitar la propagación de plagas en el lago
como el mejillón cebra y vuelta a Vitoria para dejar el material de
la carrera a pié en la T-2.
Una
vez cumplido este último trámite, un pequeño paseo más por el
centro de la ciudad, cena ligera y a dormir que el domingo iba a ser
un día largo.
El
día de la prueba el despertador sonó a las 4:50 horas. No pasé
mala noche, pero el sueño fue más ligero de lo habitual. Desayuné
en el hotel pensando más que nada que, barritas y geles aparte, iba
a ser lo único en condiciones que iba a comer en unas cuantas horas,
alrededor de 12 si todo iba según lo previsto.
Una
vez recogidas las cosas de la habitación, hice un breve paseo hasta
el punto de recogida donde los buses-lanzaderas nos iban a trasladar
hasta Landa. Ambiente muy silencioso, caras de concentración y
miradas perdidas durante el viaje.
En
el lago, tranquilamente, preparé las cosas y comprobé que la
bicicleta estaba a punto, pese a estar totalmente empapada por la
espesa niebla de la zona y que cubría casi por completo el lago
donde momentos después íbamos a iniciar el segmento de natación.
Por suerte, se fue aclarando y no hubo problemas para nadar.
Los
últimos minutos pasaron bastante rápidos y los compartí con David,
compañero de equipo y ganador al final de su Grupo de Edad, Raquel, su
mujer, y Guillem, su hijo. Y como no, con Marta y Aleix, que también
se pegaron un buen madrugón para poder verme.
A
las 8:20 horas se inició la prueba y empezamos a nadar la primera de
las 2 vueltas de 1900 metros. Pocos golpes y ritmo tranquilo para
llegar lo mejor posible a la segunda vuelta. Tengo buenas sensaciones
y las aprovecho para ir sumando metros más fácilmente de lo que
preveía.
La
primera vuelta finaliza y me encuentro corriendo por la orilla para
volver a zambullirme y recorrer los últimos 1900 metros de esta
natación. No he conseguido ver a Marta y a Aleix. He echado un
vistazo al pulsómetro y marcaba 35 minutos. Los brazos los noto algo
pesados por lo que empiezo a alargar la brazada y centrarme en
realizar el mejor gesto posible. Un par de calambres en el gemelo,
pero nada que no pueda solucionar parando un momento y estirando.
Antes de lo previsto ya me encuentro en la orilla corriendo en
dirección a boxes para coger la bici mientras saludo a Marta y
Aleix. Esta vez sí los veo.
Transición
algo más tranquila que las que estoy acostumbrado a hacer, pero con
algunas cosas que mejorar. Casi sin darme cuenta ya he saltado sobre
la bici y estoy pedaleando.
La
primera vuelta consta de 54 km., la segunda de 73 km. y la tercera de
54 km. de nuevo. Un auténtico tobogan con largos tramos de subidas
y bajadas constantes que no permiten dejar de dar pedales en todo el
recorrido. Parece ser que tuvimos suerte e hizo bastante más buen tiempo del que suele hacer. Además, aunque el viento se dejo notar algo hacia la tercera vuelta no fue demasiado fuerte.
Pese
a la ausencia de puertos y que intenté no pasarme de rosca para
llegar lo más entero posible a la carrera a pié, a partir de la
mitad noté como las piernas iban pesando cada vez más y ponía el
plato pequeño cada vez más frecuentemente. Sobre el tema del
drafting, en la segunda vuelta me pasó un grupo de unos 30 ciclistas
muy acopladitos y a poca distancia los unos de los otros. Los tuve
que dejar pasar...
Comí,
bebí y sufrí aunque por fin llegué a la última transición.
¡Ánimo!, solo queda el maratón...
Dejo
la bici, o mejor dicho, me la recogen y me cambio. Empiezo a correr y
saludo a Marta y a Aleix. Miro el reloj y veo que voy muy bien. Me
impongo un ritmo tranquilo y las sensaciones son buenas. El ambiente
por la mayor parte del circuito es espectacular con zonas llenas de
gente animando, muchos voluntarios, avituallamientos completos,
circuito llano y con muchas partes en la sombra. En un punto del
recorrido me cruzo con David que va como un tiro.
Cada
vuelta consta de poco más de 10 km. y hay que dar cuatro. Una vez
realizada la primera y pese a que no llevo un ritmo demasiado alto,
algo no va bien. Me empieza a doler la rodilla y noto las piernas muy
pesadas, cada vez más. Tenía previsto caminar solo en los
avituallamientos, pero alrededor del kilómetro 12 tengo que parar y
ponerme a andar. Tengo los cuádriceps cargadísimos y me da la
sensación de que se van a romper. Cada vez que intento “trotar”,
porqué ni de correr se puede definir, tengo que volver a caminar a
los pocos metros.
Se
me cae el mundo encima. Si a estas alturas no podía ni trotar, ¿como
iba a completar las casi 3 vueltas que faltaban?. Moral por los
suelos y las piernas quemando. Ahí pensé que esto se había
acabado. Además, no paraban de pasarme triatletas. Había hecho una
buena natación, una gran bicicleta, pero la carrera a pié me estaba
poniendo en mi lugar.
Llego
al final de la segunda vuelta donde me esperan Marta y Aleix. Solo
verme la cara ya ven que no voy bien, nada bien. Me preguntan, hago
que no con la cabeza porqué no me salen palabras y intento trotar.
Me animan, lo sé, pero estoy mareado y no entiendo lo que me dicen.
Paso por la zona de meta, donde se agolpaba la mayor parte del
público que con sus ánimos te llevan volando y intento volver a
trotar, pero ni con esas, tengo que caminar, mirando al suelo porqué
casi siento vergüenza. Continuo pensando en retirarme.
Entre
andar y trotar empiezo la tercera vuelta y me parece notar que el
dolor de los cuádriceps no va a más. Vuelvo a correr y parece que
aguanto. Si aprieto el paso, aumenta el dolor, pero a un cierto
ritmo, puedo correr.
Lo
bueno de todo es que la rodilla ha dejado de doler. Me voy marcando
pequeñas metas, esa esquina, aquel árbol, el cruce de allí, y en
los avituallamientos me lo tomo con calma; me refresco, bebo y como
para ver si se me pasa el mareo.
Y
así llego al final de la tercera vuelta. Veo a Marta y a Aleix y,
sin quererlo, me animo y aprieto el paso. Esta vez un dolor
insoportable en el cuádriceps derecho. Me asusto porqué no sé si
me lo he roto y tengo que caminar. Vuelvo a pasar por la zona de meta
y empiezo de nuevo a trotar. ¡Uf!, falsa alarma... Parece que las
piernas aguantan aunque no puedo aumentar el ritmo. Va a ser una
última vuelta larga.
Empiezo
la cuarta y siento un olor conocido, ¡Reflex!. Veo un sanitario con
un bote en la mano y solo llegar le indico los muslos y me los rocía
con él. No sé si fue sugestión o no, pero trote de nuevo hasta el
próximo avituallamiento y parece que ya no estoy tan mareado.
Continuo completando tramos que me voy proponiendo y, aunque no soy
demasiado creyente, reconozco que cayó más de un Padrenuestro...
Por
fin llego a la zona de meta. Últimos metros con todo el público
agolpado, gritando y animando. Es mi momento, nuestro momento. Estoy
emocionado y busco a Marta y Aleix. Los encuentro, me dicen que Aleix
no puede entrar conmigo en meta y continuo solo.
Cuando
llevo unos pocos metros, me acuerdo de que realmente no estoy solo,
también es gracias a ella por lo que me ha ayudado estos 6 meses de
preparación. Así que media vuelta, beso a Marta a través de las
vallas y le doy las gracias.
Por fin, entrada en meta con un
excelente tiempo final de 11 horas 31 minutos y 18 segundos. Posición
428 final y 91de Grupo de Edad. Tiempo en que he podido disfrutar,
sufrir, soñar, odiar, desanimarme, reanimarme, desalentarme,
abandonar y llegar... pero, sobre todo, tiempo en que hemos podido
realizar lo impensable para mí hasta hace unos pocos años.
2 comentarios:
Enhorabuena Hay que correrlo para saber lo que se sufre y no todo el mundo lo termina. Ser finisher es a lo que vamos, mejor o peor tiempo, la carrera nos lo dice, pero hay que estar ahi. Mucho animo.
Un saludo.
Muchas gracias Angel. Tienes toda la razón, solo el hecho de acabar es un gran triunfo.
Un saludo para ti tambien!!!
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