Pero el sábado tuve un problema personal de
los graves que me dejó muy tocado anímicamente, hasta el punto de poner muy en
duda mi participación. Pero finalmente, recogí los dorsales, preparé las cosas e
intenté dormir lo máximo que pude.
El domingo amaneció con un tiempo perfecto y
con la família nos dirigimos hacia el lugar de celebración de la prueba. Pese a
que los problemas del día anterior que no dejaban de rondarme por la cabeza,
intenté centrarme y disfrutar en lo posible del momento más inmediato.
La preparación del material fué sin
sobresaltos y poco antes de la hora prevista ya me encontraba en la salida a
punto para nadar.
Sonó la señal y empezó el tramo de natación
con, sorprendentemente, buenas sensaciones. El uso del neopreno y el hecho de
nadar en el mar me favorecen y supongo que lo noté desde el principio. El tramo
se desarrolló sin demasiados contratiempos, excepto por la presencia de
medusas, de lo que ya estábamos avisados. Tener que estar atento me ayudó a que
el tiempo pasara más rápido y menos pendiente de la fatiga, junto con el
aumento de 2 a 3 sesiones semanales en la piscina. Unos 14’ después salía del agua,
casi 2 minutos menos que el año anterior, y empezaba a encarar la zona de
boxes.
Todo parecía ir sobre lo previsto, las
sensaciones eran buenas y subido en la bici empezaba mi mejor segmento, el de
ciclismo. Pero en una de las rotondas del inicio, aunque vi que el suelo estaba
húmedo, decidí arriesgar un poco para no perder demasiada velocidad. Mala
decisión, la rueda trasera donde llevo una cubierta sin dibujo que ya me ha
dado más de un susto, deslizó un poco, lo justo para obligarme a enderezar la bici
y tocar frenos. Mi trayectoria me dirigía directo hacia el bordillo de la
rotonda pero, por suerte, justo en el momento del impacto, conseguí hacer saltar
un poco con la bici, lo que no impidió
que acabara en el suelo. No me hice nada, pero calculo que perdí algo más de un
minuto en volver a poner la cadena que había saltado y recentrar la rueda
trasera que se había desplazado y quedaba algo frenada.
De nuevo me encontraba pedaleando y, una vez
comprobado que todo parecía estar en su sitio y que no debía lamentar nada más que
el tiempo perdido, me centré en mantener la máxima velocidad posible para
atrapar y adelantar triatletas. El circuito a una vuelta es llano y se
desarrolla en la zona donde vivo, lo cual es simplemente perfecto para mí. Pronto
me encontré tirando de un grupo de unos tres o cuatro participantes al que se
sumaron algunos más a medida que íbamos atrapándolos y del que tiré la mayor
parte del tiempo para intentar mantener la velocidad.
Unos 33 minutos más tarde, cerca de medio minuto
más que en el 2017, me encontraba de nuevo en zona de boxes e inicié la carrera
a pié. Pese a que intenté no salir demasiado fuerte, la presencia de la
família, amigos y gente conocida provocó que pronto estuviera corriendo a mi
límite, muy a mi límite. Sabía que mi rendimiento estaba siendo muy bueno, pero
a medida que empecé a cruzarme con los participantes que tenía delante, no
tardé demasiado en comprobar que este año no iba a poder volver a subir al
podio.
Poco más de 21 minutos más tarde de haber
empezado a correr, algo más de un minuto mejor que la edición anterior, crucé la
línea de meta en 27ª posición general y 6º de mi Grupo de Edad. ¿Mejor tiempo que el
año anterior? Sí, incluyendo la caída en bici .Pero como comentamos con
algunos miembros del club que también estuvieron en la edición anterior, el
nivel ha aumentado y las primeras plazas cada vez son más “caras”.
¿Y punto final a esta temporada? Pués todavía
no lo sé, pero si el tiempo acompaña, a lo mejor el día 21 de octubre tendré
material para otra historia.